Además de ser la acción de refregar la piel o cualquier otra parte el cuerpo con las uñas o con un objeto puntiagudo o áspero para aliviar el picor, rascar es también la acción por la que eliminamos restos sólidos de cualquier superficie dura y lisa con un utensilio denominado rascador o rasqueta.
Las tareas domésticas en las que suele tener que emplearse un rascador para eliminar la suciedad adherida o la cal son la limpieza de cristales, la de la ducha y la de las vitrocerámicas. Estas rasquetas suelen estar formadas por mango de plástico o de acero y un limpiador de goma, silicona o cuchilla, dependiendo del uso. Las dos primeras suelen emplearse en la limpieza de cristales y mamparas de ducha, deslizándola hacia arriba y hacia abajo, mientras las de cuchilla se utilizan en las placas vitrocerámicas.
Los rascadores son también utensilios de cocina empleados para retirar alimentos que se han quedado adheridos a alguna superficie o recipiente. Una herramienta de cocina que también suele intercambiarse con las espátulas de cocina. Otros rascadores utilizados en cocina son los rascadores de bol, los rascadores de masa o de pastelería, los rascadores de barbacoa y los rascadores de sartén.
Otro los de los utensilios que tienen como principales acciones rascar y frotar son los estropajos de cocina. Su principal función es rascar las superficies para eliminar la suciedad más adherida, pudiendo encontrar en el mercado estropajos suaves, especiales para frotar, y estropajos de níquel y aluminio pensados para poder rascar y eliminar la suciedad más incrustada.