Pulir es la acción de alisar una superficie para darle brillo y lustre y que quede suave. El pulido puede hacerse a mano en pequeñas superficies o emplear una pulidora si el trabajo que se va a realizar necesita cierta precisión y tiene ciertas dimensiones.
El pulido también se realiza con un producto químico llamado pulimento y que contiene microabrasivos para eliminar todos los arañazos, marcas o poros que pudiera haber en la superficie. Una forma de darle un aspecto homogéneo a cualquier superficie.
El pulido puede realizarse en tres pasos y con tres tipos de pulimento, siendo necesario protegerse con guantes, gafas y una mascarilla para pulir piezas, ya que las gotas de pulimiento son abrasivas.
También se pule con máquinas pulidoras específicas para los distintos tipos de superficies, desde las pulidoras manuales a la de metal, madera, piedra, etcétera.
El pulido ofrece un acabado de poro cerrado, ofreciendo mayor resistencia a los agentes externos, siendo además posible aplicar otros tratamientos superficiales para que la piedra o el metal pulido ofrezca más firmeza. El pulido también se suele a aplicar a mármoles y granitos por ser rocas muy compactas, además de a pavimentos de microcemento para aportarles brillo y un aspecto uniforme.
También suele pulirse la carrocería de los coches para recuperar el brillo de la pintura del coche. Un pulido correctamente realizado eliminará la fina capa del barniz que protege la pintura del coche y con ella los desperfectos causados por el desgaste. Es preciso no alcanzar a la pintura sin protección y conseguir así que la carrocería quede brillante y sin imperfecciones.