Con el mantenimiento eléctrico es posible detectar todo tipo de errores para evitar que puedan ocasionar problemas más serios en el futuro, causando daños a instalaciones y personas.
El mantenimiento eléctrico puede ser preventivo y correctivo. En cualquiera de estos casos, el principal objetivo se basa en la realización de pruebas, inspecciones y determinados servicios para detectar, minimizar o eliminar problemas en el equipo eléctrico de diferentes equipos. Ahora bien, ambos mantenimientos tienen sus diferencias.
El mantenimiento eléctrico correctivo trata de corregir averías o problemas una vez se presentan. Es decir, no existe planificación alguna, justo lo contrario que sucede con el mantenimiento preventivo, que consiste en hacer inspecciones organizadas y reemplazar componentes, siempre y cuando sea necesario. Por esa razón, con el correctivo no podremos obtener un informe fidedigno sobre los motivos que provocaron el fallo, ya fuera por abandono, desgaste, mal uso o desconocimiento de su manejo.
Estos tipos de mantenimiento eléctrico son los más comunes, aunque hay que destacar otras modalidades más. El mantenimiento rutinario, por ejemplo, consiste en recoger datos, limpiar zonas poco comunes, lubricar y reajustar diferentes elementos de un equipo, máquina o instalación. Para hacerlo posible no se requiere un nivel de especialización técnico avanzado, aunque sí es preciso contar con conocimientos adecuados.
El mantenimiento programado, por su parte, surge cuando existen fallos ocasionales que hacen desconfiar del equipo. Este método se utiliza para evitar que el sistema se detenga en cualquier momento. En cuanto al mantenimiento predictivo, consiste en hacer inspecciones frecuentes de la máquina en cuestión con objeto de resolver fallos específicos.