Un lipófilo es una solución o coloide que tiene afinidad con los lípidos y atrae grasas y aceites. Así, estos se desplazan por la superficie de los materiales lipófilos. Las sustancias lipófilas se encuentran presentes en numerosos productos de limpieza al atraer la grasa y facilitar la limpieza.
Uno de los productos en los que podemos hallar sustancias lipófilas es el jabón. Los jabones poseen dos partes: una parte lipófila, esto es, que se une a las gotas o manchas de grasa; y otra hidrófila que se une al agua. Una composición que le permite atraer la grasa por un lado y disolverla y eliminarla por otro.
Tal y como explican los expertos, las moléculas de jabón poseen una cabeza hidrófila y una cola lipófila y hidrófoba. Al lavarse las manos, las moléculas de jabón son atraídas tanto por la grasa como por el agua, siendo un mecanismo sencillo, pero realmente eficaz para prevenir los contagios de virus y bacterias.
Cuando un virus como, por ejemplo, el coronavirus, se queda en las manos, no puede penetrar en la piel, ya que la capa externa es ácida, peros sí puede permanecer en la piel a la espera poder entrar en el cuerpo por alguna vía más vulnerable. Al lavarnos las manos, el jabón consigue disolver la envoltura viral grasa que le protege gracias a esas sustancias lipófilas e hidrófilas que posee.
Otro de los productos de limpieza que poseen sustancias lipófilas son los detergentes. Aunque suelen ser la mezcla de muchas sustancias, los detergentes suelen contar con componentes activos similares a los de cualquier jabón, conteniendo una cadena lipófila y una terminación hidrófila.