La limpieza criogénica es una tecnología que utiliza hielo seco sin agua y sin productos químicos. Este modo de limpieza reemplaza el trabajo manual, ya que se realiza mediante máquinas.
Los equipos con los que se realiza la limpieza con hielo son resistentes y pueden utilizarse manualmente dirigidas por control remoto, de forma automática y robotizada.
Con este sistema se hace impactar hielo seco a presión sobre las superficies sucias. Este hielo se crea mediante la criogenización del dióxido de Carbono (CO2). Se proyecta con energía cinética en pequeñas partículas compactas o pallets, en estado sólido.
La diferencia de temperatura entre el hielo seco y la superficie con la que entra en contacto produce un efecto térmico, de diferente forma en ambos elementos: se separan ambos. El hielo vuelve a su estado gaseoso (sublimación) y expande su volumen sobre la superficie haciendo que la suciedad se desprenda, para después ser aspirada.
Para este proceso de limpieza se necesitan proteger ojos, oídos y manos, a la vez de espacios ventilados, entre otras medidas de seguridad.
Las aplicaciones donde demuestra su eficacia son casi infinitas: limpieza de moldes, turbinas, piezas de automóviles, de trenes, y un largo etcétera. Abarca un amplio espectro en industrias de todos los sectores: en la industria automotriz, aeronáutica, industrias de plásticos, alimentación, química, eléctrica y la energía, entre otros.
Esta actuación de limpieza tiene grandes beneficios:
- No produce emisiones de ningún tipo que contaminen el medio ambiente (ni agua contaminada ni cualquier otro producto químico).
- Su limpieza es muy eficaz, ya que no es necesario el desensamble o desmonte de las máquinas o piezas a limpiar.
- No genera residuos tóxicos secundarios porque el hielo es bacteriostático.
- Económicamente es rentable al reducir los tiempos de limpieza y obtener más calidad de producto final.
- No es abrasivo, ni inflamable, ni conductivo, es inerte.
- Es una forma segura de limpieza, y no es tóxica.