La lejía es un producto de limpieza empleado con agente blanqueante y desinfectante, siendo el resultado de diluir en agua hipoclorito de Sodio (NaCIO). Un compuesto también conocido como cloro o lavandina y que tiene un color claro, de un tono más verdoso a uno más amarillento y un olor muy característico, fuerte e intenso.
La lejía que se emplea para usos domésticos es líquida y se utiliza como desinfectante o como blanqueador en el lavado de la ropa. Su pH es entre 11 y 13, dependiendo del porcentaje de las concentraciones, siendo preciso tener precauciones en su uso y emplear siempre guantes.
La lejía tiene un alto poder de limpieza y desinfección al quebrar en pequeñas unidades la cadena de moléculas de la suciedad, manchas, gérmenes y olores y eliminando mohos y bacterias. Una gran acción desinfectante que se desata al liberar la lejía oxígeno activo.
Es por ello importante no mezclarla con otros productos químicos, ya que la mezcla puede desprender gases tóxicos, siendo incluso perniciosos los vapores que desprende por sí sola, ya que puede causar irritaciones en las mucosas. La lejía, al igual que otros productos de limpieza, hay que utilizarla en estancias bien ventiladas.
Otro de sus usos más frecuentes es la desinfección del agua para potabilizarla o para lavar con ella frutas y verduras. Un uso para el que se precisa añadir solo una o dos gotas de lejía por litro de agua y aclarar abundantemente.