Un dispersante es una sustancia química con la que rompemos sólidos o líquidos en forma de partículas sobre otro contenido. Con el fin de aplicar color a las cosas, estos aditivos se encuentran en multitud de productos para el hogar consiguiendo que nuestra casa brille como el primer día.
Sin ellos, los diferentes contenidos que por naturaleza se atraen entre sí, no tendríamos ese efecto que buscamos en la ropa, artículos de decoración o la bolsa que usamos para hacer la compra. De carácter indispensable para la industria, a nosotros nos ayuda con la apariencia y/o el rendimiento de las cosas.
¿Por qué se utiliza el dispersante?
En términos físicos-químicos, un dispersante consigue reducir las interacciones entre partículas de pigmento. Buscando la eterna satisfacción del consumidor, con este aditivo logramos que los artículos duren más y sean bonitos para la vista. Aplicado en diferentes terrenos, su efecto es lo que motiva al fabricante a seguir con ellos.
Mayor productividad (el pigmento se dispersa más rápido), mejor fuerza del color (el efecto del pigmento es mucho más alto) y la calidad del recubrimiento (la solución refuerza las propiedades del pigmento) es lo que se espera conseguir siempre que se aplica este tipo de recursos.
El uso de dispersante, lejos de ser negativo, apuesta por una mejor apariencia -y resistencia- del elemento o superficie sobre el que se aplica. En el mercado desde hace muchos años, con el tiempo se han buscado opciones mucho más naturales y menos químicas pero siempre manteniendo la esencia.