Este concepto se refiere a limpiar las chimeneas, quitándoles el hollín. También es limpiar con el deshollinador techos y paredes. Hoy en día se puede deshollinar una chimenea mediante dos métodos principales: el mecánico o el químico.
La limpieza mediante el proceso mecánico se realiza con un cepillo de deshollinar que se llama comúnmente erizo. Los profesionales suelen usar erizos eléctricos, pero para las limpiezas periódicas se puede usar manual de uso doméstico. Estos utensilios están provistos de una guía, ligeramente flexible, para que la herramienta se pueda extender por toda la longitud de la chimenea.
El proceso químico, por otro lado, se hace quemando unos productos especiales para este fin que originan una reacción química, destinada a disolver los residuos sólidos que se pueden acumular en una chimenea. Es un buen método de mantenimiento y otra forma común de deshollinar.
En la actualidad también se siguen usando las bonitas y prácticas estufas de leña, estos aparatos también se deshollinan para mantenerlos limpios y en buen estado. En este caso el deshollinador mecánico tiene la característica de presentar una esfera con forma circular que se acopla a unas barras que permiten introducir el deshollinador a través de los tubos de las chimeneas.
Hay deshollinadores mecánicos específicos para estufas de leña con diferentes grosores y cualidades. El deshollinado químico de las estufas de leña se realiza directamente en la cámara de combustión, aplicando los diferentes tipos de deshollinadores químicos, ya sean troncos, pastillas o bolsas deshollinadoras. Este producto químico genera una sustancia que se inserta en las paredes de los tubos deshaciendo el hollín. El aparato quedará perfectamente limpio.