Cepillar se define de dos formas diferentes. Por un lado, como quitar el polvo o la pelusa con la ayuda de un cepillo con la finalidad de limpiar. Por otro lado, es poner lisa una superficie con un cepillo, en este caso una herramienta propia de la carpintería. En cualquier caso estamos ante un concepto que alude al uso de un cepillo, puesto que existen de diferentes tipos.
En el ámbito de la limpieza del hogar esta palabra está repleta de utilidades diferentes. Los cepillos son fundamentales para arrastrar el polvo y la suciedad de todo tipo de superficies y mobiliario, el cepillado es una práctica habitual especialmente cuando existe suciedad incrustada en algunas áreas. También cuando únicamente se quiere arrastrar el polvo de una forma liviana y superficial.
A la hora de limpiar las telas de muebles o accesorios es muy común el capilar con productos específicos para ello y aportando una dosis de agua. De esta forma las partículas incrustadas se pueden retirar con mayor facilidad. Esto siempre con un cepillo suave que no dañe en ningún caso los materiales.
El cuarto de baño es una zona muy propensa al uso de este método para acabar con la suciedad de diferentes superficies. En aquellos rincones o esquinas de las duchas se suelen cepillar para arrastrar los restos que se quedan atascados en ellas, también el WC con los clásicos cepillos específicos. Es en esta zona de la casa en la que aparecen dos nuevos términos: cepillar los dientes a la hora de limpiarse la boca utilizando un cepillo dental y cepillar el pelo como forma coloquial de peinarse y desenredar el cabello.