Es una acumulación de material orgánico e inorgánico, que se adhiere a distintos tipos de superficies. Las bacterias, tanto patógenas como no, se incorporan al biofilm y, con el tiempo, crecen y se fortalecen. Debe tenerse especial cuidado en los entornos donde se manipulan alimentos, ya que la contaminación de las superficies puede pasar a éstos.
Con el biofilm se debe tener especial cuidado, ya que las bacterias que viven como en este formato son capaces de resistir a los biocidas y a los antibióticos de un modo considerablemente más eficaz que aquellas que viven como organismos libres. También soportan dosis mucho mayores de productos antimicrobianos, son en definitiva más resistentes.
Con la intención de adaptarse a un biofilm, las bacterias hacen cambios importantes en su estructura y también en su metabolismo. Los avances en proteómica y genómica han permitido identificar genes y proteínas que se encienden y se apagan a través de las diferentes etapas de desarrollo de la comunidad. La génica de las biopelículas es realmente distinta a la de las células planctónicas, producida por la imprescindible sincronización de eventos para vivir en comunidad.
El biofilm crece y se desarrolla por cualquier superficie a la que se adhiere, por lo que puede ser un problema no solo en la higiene de los espacios, también en el propio cuerpo, ya que son responsables de graves infecciones. Están presentes en los pulmones de pacientes con fibrosis quística y otro tipo de enfermedades de diferente índole. Es crucial mantener las habitaciones más propensas a la generación de bacterias bien desinfectadas y limpias para evitar la aparición del biofilm.