El verbo aspirar tiene varios significados, refiriendo tanto al proceso de inspirar o inhalar aire del exterior al interior de los pulmones, esto es, el acto de tomar aire del exterior para llevarlo al organismo, como al proceso de absorber con una máquina restos sólidos de suciedad, así como líquidos y gases. Este tipo de máquinas son conocidas como aspiradores, siendo el más popular el electrodoméstico también nombrado aspirador.
Las aspiradoras domésticas son artefactos que se emplean para realizar una de las tareas de limpieza más básicas del hogar, extraer a fondo el polvo de los suelos, alfombras, muebles, cortinas y cortinones, sillones tapizados, colchones, etcétera.
Una labor que ha de ser constante para impedir que los ácaros del polvo y la suciedad se acumulen con el consiguiente efecto negativo sobre nuestra salud y la de nuestra familia. Así, el polvo es una de las principales causas de enfermedades el aparato respiratorio y oculares.
Los expertos aconsejan aspirar la casa por lo menos una vez a la semana, aunque lo más saludable es dedicarle un poco de tiempo al día a esta tarea para conseguir que todas las superficies estén perfectamente limpias y sin restos de polvo.
A la hora de aspirar la casa es aconsejable comenzar por despejar la zona a limpiar y retirar todos aquellos objetos que puedan obstaculizar el paso del aspirador u obstruir la succión del mismo. También es importante seguir un orden al aspirar y comenzar desde el interior de la vivienda o el local hacia la entrada o acceso.